La Antigua Provincia de los Diaguitas: armas e instrumentos

Pueblo beligerante, por naturaleza, los diaguitas dieron importancia suma a su instrumental guerrero. Todos los cronistas nos los pintan como de indomable fiereza, y Lozano, particularmente, nos da un buen acopio de datos sobre sus armas y formas de combatir. Sus armas principales eran el arco y la flecha. Sólo en la región de los Barreales, algún hallazgo arqueológico parece demostrar el uso de propulsor y el boomerang. En todo el resto, las armas antes citadas tenían no sólo un valor bélico sino aún simbólico. En efecto, la alianza para la guerra se practicaba por medio de la entrega de una flecha. Admitida ésta se era aliado y de esta suerte las parcialidades se unían para luchar en común. Cada combatiente, en vísperas de la acción solía confeccionar numerosos arcos y los españoles al vencerlos les cortaban las cuerdas de estos instrumentos para dejarlos desarmados. Especialmente los calchaquíes eran magníficos flecheros, que llegaban atravesar con su tiro el cuerpo de un hombre, <>, y disparaban tantas flechas que los españoles, en cierto intervalo de una batalla, las utilizaban para cebar el fuego en el que calentaban el mate que mitigaría su sed.
Además su estrategia guerrera se ajustaba estrictamente a las necesidades y condiciones del suelo. Siendo los calchaquíes de genios montaraces, se les aumentaba la ferocidad en la fragosidad del terreno, que todo se compone de altísimas y muy agrias cordilleras, más, una vez vencidos, se refugiaban en sus cerros, pues tan eran diestros y prácticos, que lo que a nosotros nos parece despeñadero lo halla camino llano su ligereza. Allí se encerraban en sus pucarás, de los que ya tratamos, y si los españoles intentaban el asalto, disparaban sobre ellos sus armas y les arrojaban piedras y galgas, como dice –en 1662- Figueroa y Mendoza. Por otra parte, cuando los diaguitas llevaban la ofensiva sabían emplear flechas incendiarias o rodear la ciudad prendiéndole fuego en varios lugares simultáneamente, así como desviar el agua de los ríos para dominar por la sed a los españoles sitiados, entrando en la batalla y relevándose por mangas, para contar siempre con tropas de refuerzo.
Como armas secundarias, pero no menos eficaces, contaban con jabalinas, los rompecabezas cilíndricos o estrellados, las hondas, etc.
No sólo los hombres combatían. Mujeres y niños también tomaban parte activa y las primeras eran, a menudo, más valerosas que los hombres. Al retirarse del campo de batalla los diaguitas se llevaban sus muertos para llorarlos, es decir, para realizar las complicadas ceremonias fúnebres de que damos cuenta en otro lugar. Y su fiereza era tanta, que los acalianos -una de sus parcialidades- estrellaban sus hijos contra las peñas ante el temor que cayeran en manos de los españoles.
Como costumbre de guerra, torturaban a sus prisioneros con esquisitos tormentos y estas torturas no se detenían antes seres indefensos: mujeres y misioneros también las padecieron.
En cuanto a sus instrumentos, véase lo ya dicho sobre la vida material en sus diferentes aspectos.

Fuente:LA ANTIGUA PROVINCIA DE LOS DIAGUITAS
Por FERNANDO MARQUEZ MIRANDA