La Antigua Provincia de los Diaguita: ¿Diaguitas o Calchaquis?

Los primeros investigadores que visitaron este territorio, emplearon indistintamente los términos diaguita o cachalquí, para designar a las poblaciones de toda esa región. Esta corruptela tuvo su origen en la existencia de un jefe de una de esas parcialidades indígenas, de nombre Calchaquí, que dio guerra a los españoles durante mucho tiempo. Por vía de amplificación inconsciente, estos designaron a toda la tribu con el nombre de su jefe convirtiéndola, también, en designación toponímica y, andando con el tiempo, el uso extendió la designación a las tribus vecinas hasta llegar a emplearse corrientemente como sinónimo de diaguita. Y aun, en algún caso, a aseverarse que era el nombre que legítimamente correspondía a todos estos agregados humanos. Así y con este criterio generalizador le usaron, por ejemplo, Adán Quiroga y Juan B. Ambrosetti.
La equivocación de estos autores reposa en un error de concepto, semejante al de tomar la parte por el todo. El padre Techo, con su precisión característica, no menciona como calchaquíes más que a los indígenas que poblaban el valle Calchaquí, es decir, a esa lengua de tierra plana que corre de norte a sud al pie de la cadena que separa a esta provincia de límite sud de la Puna de Atacama, bien entendido que quedando dentro de la jurisdicción salteña. En este largo y estrecho corredor, de tránsito casi obligado por la topografía del terreno –y, acaso, en parte de su continuación meridional, el valle de Jocavil- residieron los calchaquíes, según las aseveraciones del jesuita citado y de los padres Bárzana, Romero y Monroy. Esta situación, dominadora de un terreno de tránsito, les hizo célebres al combatir a la corriente colonizadora del norte, proveniente del Perú. Desgraciadamente, Lozano, que no poseía el dominio geográfico de la región, se sirve del nombre de la tribu para señalar la existencia de otras tribus. Boman, al estudiar esta cuestión, muestra con fehacientes pruebas algunas trocatintas del jesuita madrileño.
Como él señala, los arqueólogos e historiadores argentinos, basándose en la obra de Lozano, sin discriminar su valor relativo, cayeron en el error de llamar calchaquís a los que sólo eran diaguitas. Este empleo tan amplio y tan vago del nombre Calchaquí hace difíciles los estudios arqueológicos, por lo cual es necesario reaccionar contra su uso. Bien, es cierto que si en los medios científicos, y a partir de la aparición de las Antiquités, se ha cuidado este aspecto de la designación, su uso se conserva aún en boga en círculos relativamente cultos, de los que sería deseable verle también desterrado. En algunos casos se ha llegado a una situación intermedia, habiendo quien habla de diaguito-calchaquíes, nombre también impropio, por las razones enunciadas. No debe olvidarse, pues, que –como expresa Serrano- “Calchaquíes, quilmes, amaychás, anguinahaos, casmichangos, upingaschas, anchapas, famatinas, abacanes, hualfines, andalgalás, paquilines, colpes, colalaos, tucumanes, tocpos, yocabiles, tafís, son nombres de tribus y parcialidades diaguitas que conocemos a través de crónicas de la conquista, muchos de ellos consagrados en la toponimia de la región noroeste del país>>. Esta enumeración, con ser amplia, no encierra más que una corta parte de los nombres de tribus con que Lozano nos regala en su recordada obra, la cual ha servido también a Boman para practicar una recolección semejante, en la que agrega a los tolombones, pacciocas, acalianos, huachipas, anfamas, mallis, huasanes, huanchaschis, famayfilas, catamarcas, pipinacos, capayanes, copayanipis, paccipas, y guandacoles, aunque omite algunos otros de los nombres anteriores. Esta elección de los nombres tribales es hoy problema secundario, pero arduo, por tratarse de un pueblo desaparecido. De cuyos agregados tribales sólo quedan algunas constancias documentales o toponímicas.
Sin embargo, una de las fuentes documentales de la primera hora viene a iluminar y decidir, esperemos que definitivamente, este debate. Trátase de la Información que, en 1585, pidió Alonso Abad, se levantara entre los vecinos que eran fundadores de la ciudad de Santiago del Estero y, de los cuales, unos habían entrado con Juan Núñez del Prado y hacía cosa de treinta y cinco años que residían en la región y otros habían llegado con Diego de Rojas y retornado al Perú luego de su muerte, para volver, ya esta vez definitivamente, con el ante dicho general. Trátase, pues, de testimonios directos, de un valor y de una concordancia insustituibles. Comienza Abad por declarar que Juan Pérez de Zurita, llegó al territorio ocupado por <>, dicho que reitera en forma de pregunta casi con las mismas palabras en el número VII de su interrogatorio. Igualmente pregunta –en el númeroIX- si recuerdan que los indígenas mataron a un hijo de Francisco de Aguirre, al penetrar éste por la vía de Chile. El primer testigo que responde, capitán Gonzalo Sánchez Garçon, que fue de los que vinieron con Rojas, responde que Zurita pobló las ciudades de londres, cordova e cañete en la provincia de los diaguitas e provincia de tucuman. Que cuando se produjeron las luchas entre Castañeda y Zurita, por conflictos de jurisdicción, con estas novedades serrevelaron y alçaron los indios diaguitas de los valles de calchaquí y quimivil e tucuman donde estuvieron pobladas las dichas tres ciudades de cordova Londres e cañete. El segundo testigo, capitán Miguel de Ardiles. También de los hombres de Rojas, dice claramente que, con Nuñez del Prado, fueron a poblar el valle de indios diaguitas del valle Calchaqui do Residieron un año, tiempo suficiente para poder enterarse con precisión de el hecho debatido, recordando también que por las luchas de españoles rrevelaron las provincias de los diaguitas e tucuman. El testigo Sanctos Blazquez que llegó con del Prado dice que éste yba conquistando los diaguitas en la sierra>> y agrega la misma enumeración que Abad en su pedido de información. Juan García, que llego tres años después de aquella entrada, agrega que < Por si fuese necesaria ratificación a esta serie testimonial abrumadora, recordemos que uno de los pocos datos etnográficos importantes que nos da, para nuestro tema, el licenciado Matienzo, en su famosa carta a su magestad del 2 de enero de 1566, se refiere, precisamente, a este tema. Dice Matienzo, al ir citando las etapas o jornadas del viaje, cuyo punto de partida es Santiago del Estero, que después del pueblo de indios Angostaco se llega a la ciudad de Córdova –se refiere a la efímera Córdoba del Calchaquí- que solía ser de españoles, questá ahora despoblada por el alzamiento de Calchaquí, ques en los diaguitas.
Esperemos que, con esto, quede desvanecida toda resurrección del fenecido problema…