Doña Isolina Díaz es una simple mujer de campo, cuya única preocupación es que sus tres hijas algún día terminen el secundario y que no llega a entender que en este país no se respete a la JusticiaEn nuestro artículo “El desamparo de Doña Isolina Díaz” hacíamos referencia a una de las tantas usurpaciones que están sufriendo en nuestras montañas, personas sencillas y honestas. Usurpaciones que son llevadas a cabo por las nuevas comunidades aborígenes, que de tales no tienen nada, aunque el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas, les conceda personería jurídica. ¿Acaso pueden llamar a Doña Isolina una terrateniente?. Todo lo contrario, una simple mujer de campo cuya única preocupación es que sus tres hijas, algún día terminen el secundario y que no llega a entender que en este país no se respete a la justicia. Y los Derechos Humanos de Doña Isolina ¿dónde están?, ¿quiénes lo respetarán?, ¿quién los hará cumplir?.
Historia de un nuevo atropello a la propiedad privada y a la justicia
Doña Isolina Díaz no durmió la noche del lunes 15 de Octubre ya que la ansiedad le carcomía los nervios. Es que en la mañana del martes 16 la Jueza de Paz de Choromoro, Leticia Mamaní, la iba a poner en posesión del único cerco que los falsos indígenas de la zona le arrebataron de forma violenta hacía casi dos años, lo que motivó a que interpusiera un amparo a la simple tenencia caratulado “DIAZ ISOLINA LEONOR C/ GONZALEZ JORGE Y OTROS. S/ AMPARO A LA SIMPLE TENENCIA” . Expte.: 6368/11. La mañana del 16 amaneció con un cielo azul y una suave brisa acariciaba el rancho de Doña Isolina. Esta, después de ordeñar sus cabras y darles maíz a sus gallinas, se puso el sombrero y a paso rápido partió hasta el pueblo de Gonzalo (Tucumán), en donde la esperaba la mencionada Jueza, quien la puso en posesión de su cerco mediante el procedimiento legal correspondiente mientras que Isolina se permitía soñar en las cosechas futuras de chauchas y arvejas que le iban a posibilitar pagar las deudas y sobre todo el estudio de sus dos hijas en la ciudad, que con tanto sacrificio pudo mandar. Pero de pronto, por el camino polvoriento, apareció a toda velocidad una camioneta marca Ford Ranger, último modelo, doble cabina, patente LQZ 220, con grupo de personas dirigidas por un tal Rufino Morales (oriundo de Buenos Aires), quien se dice cacique de la zona, de una falsa comunidad indígena del Pueblo de Tolombón, acompañado por Jorge González (dueño del vehículo), Julián Cayata y Lorena Vildoza, entre otros (foto). Este puñado de violentosbajaron del vehículo con palos y machetes, amenazando de modo cobarde a la Jueza y a Doña Isolina, desconociendo expresamente la resolución judicial que ordenaba la restitución del cerco mediante la sentencia del Juez Civil en Documentos y Locaciones de V Nominación de los tribunales de Tucumán, Dra. Maria Rita Romano. Pero Isolina, acostumbrada a lidiar con toros bravos en su corral de pircas, hizo pata ancha y llenando de coraje su pecho, enfrentó a estos miserables que más de una vez le arrancaron lágrimas de amargura. Pero la Jueza de Paz, en la prudencia que caracteriza su función, y para evitar males mayores, se retiró del lugar aconsejándole lo mismo a Doña Isolina, que asintió en medio de una desazón que la amargó el alma. Ahora Doña Isolina inició las acciones penales correspondientes por usurpación de propiedad y por desacato judicial contra estos falsos indígenas que aparecieron no hace mucho por sus tierras, para truncar los sueños de cientos de víctimas que viven en los cerros y que, como Doña Isolina, esperan que algún día se haga justicia desenmascarando a estas falsas comunidades aborígenes que funcionan como asociaciones ilícitas.-